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Los hiénidos (Hyaenidae), conocidos comúnmente como hienas, son una familia de mamíferos carnívoros pertenecientes al suborden Feliformia. Es la familia menos numerosa en su orden (formada por cuatro especies), y una de las más pequeñas dentro de los mamíferos.[1] A pesar de su baja diversidad, las hienas son únicas y constituyen un componente vital para los ecosistemas de África y algunos de Asia.[2]
Aunque filogenéticamente cercanos a félidos y vivérridos, la forma de ser y su morfología son similares a la de los cánidos en muchos aspectos (ver convergencia evolutiva); ambos —hienas y cánidos— carecen de locomoción arbórea (habilidad de trepar árboles), y son cazadores corredores que atrapan la presa con sus dientes en vez de sus garras. Los dos se alimentan rápidamente y pueden almacenar comida, tienen grandes pies callosos, embotados, uñas no retráctiles que están hechas para correr y cavar cuevas. De cualquier manera, el aseo de las hienas, aroma de marcado, apareamiento y modo de cría, es consistente con otros feliformes.[3] Aunque es comentado que son carroñeros cobardes y practican el cleptoparasitismo, las hienas, especialmente la hiena manchada, ocasionalmente caza por sí misma, y es conocido que espantan a leopardos o leones de sus presas muertas. Son primariamente animales nocturnos, pero se aventuran fuera de sus guaridas en las tempranas horas de la mañana. Con excepción de la muy sociable hiena manchada, no son animales gregarios, aunque viven en grupos familiares y se congregan para cazar.[4] Una característica típica de las hienas son sus aullidos-ladridos generalmente nocturnos que se parecen a los de una risotada macabra humana; con estos gritos mantienen la cohesión de la manada y muy presumiblemente espantan a otros animales competidores en los mismos alimentos.
Los hiénidos surgieron por primera vez en Eurasia durante el Mioceno de ancestros parecidos a vivérridos, y se desarrollaron en dos distintas ramas; hienas parecidas a perros con estructura ligera y las hienas robustas trituradoras de huesos. Aunque las hienas parecidas a perros prosperaron hace quince millones de años (con un taxón que colonizó Norte América), desaparecieron luego del cambio climático junto con la llegada de los cánidos a Eurasia. Del linaje de hienas parecidas a perros solo sobrevivió el insectívoro lobo de tierra, mientras que las hienas trituradoras de huesos (cuyos miembros existentes son la hiena manchada, la hiena parda y la hiena rayada) se convirtieron en los principales carroñeros de Eurasia y África.[5]